21 de octubre de 2009

SymbioCity - una verdadera ciudad sostenible

La nueva ciudad sostenible

Hace apenas media hora que ha amanecido en Hammarby Sjostad. El sol aún no ha empezado a calentar pero la calle ya está llena de personas que se dirigen al trabajo. Podría ser éste cualquier otro lugar en el mundo. Podría serlo a juzgar por la apariencia. Pero este barrio del sur de Estocolmo es el primer ejemplo de urbanización holística. Aquí cada recurso se aprovecha para desarrollar el siguiente. El agua de la lluvia, por ejemplo, sirve para abastecer el retrete, y la basura se recicla en la energía que sustentará la calefacción de la casa. Todo para demostrar que el desarrollo sostenible no sólo es posible, también económico.

"SymbioCity pasaría desapercibida entre cualquier otra urbanización de nueva construcción. No ha sido planeada como una ciudad ostentosa, la idea era que fuese confortable", explica Erik Freudenthal, director de la oficina medioambiental de Hammarby Sjostad. Levantada sobre una antigua zona portuaria, esta pequeña ciudad de 11.000 viviendas se ha convertido en la respuesta sueca al hogar del futuro. "Queríamos limpiar la zona, que en el pasado era una de las más contaminadas de la ciudad por su actividad industrial, y al mismo tiempo encontrar un modelo sostenible realista, capaz de mantenerse por sí mismo".

¿Cual es la fórmula?


Con el apoyo del Gobierno sueco y la colaboración de más de un centenar de empresas, SymbioCity ha empezado a dar resultados. En menos de cinco años, el impacto medioambiental se ha reducido en más de un 50%. La clave ha sido un pormenorizado estudio de las sinergias. Por un lado se han aprovechado las distintas fuentes de energía natural. La solar, por medio de paneles integrados en cada vivienda; la eólica, con un parque de molinos de viento; y la hidráulica, como parte del diseño del espacio a través de canales que recogen el agua de lluvia y la llevan por toda la ciudad.

Por otro, se ha definido una cadena de tratamiento de residuos a largo plazo. De este modo, por ejemplo, "la basura orgánica de cada hogar se recicla en biosólidos que más tarde servirán de abono para las plantas. De estas plantaciones se extraerá biofuel que, después de su tratamiento, volverá a la casa transformado en energía calorífica y electricidad en tan sólo unos meses", explica Freudenthal. El consumo de agua también se ha reducido. Frente a los 200 litros al día que suele consumir una persona, el rango actual se sitúa entre los 100 y los 150 litros, aunque la tendencia es bajar este margen aún más.

El ejemplo nórdico

"Somos conscientes de la necesidad de buscar fuentes de energía renovables y por eso llevamos años trabajando en ese sentido", afirma Gunnar Wieslander, secretario de Estado del Gobierno sueco. En Suecia, alrededor del 50% de la población vive en núcleos urbanos. Esta circunstancia, unida a un fuerte desarrollo industrial y a la escasez de agua, llevó al país a un punto de inflexión en la década de los 70, durante la crisis del petróleo, cuando empezaron a buscarse las primeras alternativas a la dependencia energética.

"Desde 1995 hemos podido comprobar cómo nuestra curva de desarrollo ha seguido creciendo mientras que la de las emisiones se quedaba estancada. Esto nos lleva a desmentir que el desarrollo económico de un país no sea compatible con un modelo sostenible", señala Wieslander. "Primero empezamos a tratar los problemas medioambientales de forma aislada, fue entonces cuando nos dimos cuenta de que las diferentes soluciones estaban conectadas y que la mejor forma de abordarlas era siguiendo un plan de acción común".

Hace tan sólo unos años era impensable pescar en las aguas que bordean Estocolmo. "Hoy no sólo es posible, sino que además se puede encontrar uno de los mejores salmones", apunta el secretario de Estado. Una de las iniciativas de más éxito, promovida por el ayuntamiento de la capital sueca, ha sido la sustitución de todos los autobuses por otros más modernos alimentados con bioetanol. "Con medidas como esta, de un 80% de consumo de combustible fósil, se ha llegado al la cifra actual, que ronda el 3% en todo el país". Este avance ha supuesto una reducción de un 60% en las emisiones de CO2, aunque también ha traído consigo un inevitable desarrollo de la energía nuclear.

En SymbioCity el ejemplo es más concreto. El 80% de los desplazamientos de sus 26.000 habitantes se hacen a pie, en bicicleta o en transporte público, un tranvía eléctrico que recorre la calle principal. En este barrio se ha conseguido reducir en un 40% el uso del coche privado. Primero, planeando un diseño que mantuviese todos los servicios a mano, lo suficientemente cerca como para que no fueran necesarios grandes trayectos. Después, fomentando iniciativas como Carpool, una empresa de alquiler de vehículos no contaminantes por horas que cuenta ya con 450 socios entre los vecinos.

La construcción de SymbioCity supuso una inversión inicial de cuatro mil millones y medio de euros. Hoy el precio de una vivienda de 80 metros se sitúa alrededor de los 400.000 euros, ligeramente por encima de la media de toda la ciudad. El alquiler mensual ronda los 850 y los 1.100 euros, dependiendo de los extras de la casa. La inversión, sin embargo, se rentabiliza con el ahorro energético. De hecho la mayoría de sus habitantes son jóvenes parejas de clase media con hijos que se han mudado desde otras zonas de Estocolmo y que han hecho también suya la máxima de Mahatma Gandhi que describe el espíritu de la ciudad: "La Tierra proporciona lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre, pero no su codicia".

Japón y Colombia más buenos ejemplos

La basura en Japón… hace 20 años(texto publicado en enero de 1989, en la revista TIME)


La entrada al edificio municipal de Machida, una dinámica ciudad del Japón, parece conducir a un jardín exuberante donde se escucha el delicado correr de una fuente pero definitivamente no se llega a un jardín botánico. Es la atractiva entrada a una instalación que costó $65 millones de dólares con el propósito de ejecutar un trabajo sucio: reciclar los desechos de los 340,000 residentes de la ciudad. “Recolectamos alrededor de 100,000 toneladas de basura al año y la reconvertimos a material valioso”, señala un funcionario del saneamiento de la ciudad. Y tiene razón de estar orgulloso pues Japón es uno de los principales líderes mundiales en el eficaz manejo de desechos sólidos.

Japón sigue el principio de “no gasto, no hay basura”. El año pasado recicló el 50% del papel desechado, el 55% de sus botellas de vidrio y el 66% de sus latas de bebidas y alimentos. La mayor parte de la basura restante se convirtió en fertilizantes, gases combustibles y metales reciclados.

Tras bambalinas, evidentemente existe una tecnología del reciclaje y un sistema de recolección de basura de punta. La planta de Machida puede tratar casi cualquier tipo de desecho reciclable: flamables, inflamables, botellas, latas, muebles y refrigeradores y tóxicos como baterías. Dependiendo de la categoría, los desechos se filtran, se queman, se trituran, al ser procesados y convertidos en materiales reutilizables. La chatarra se separa del resto de la basura por medio de imanes gigantescos. La mayor parte del proceso de reciclaje está controlado por computadoras: sólo 45 personas trabajan por turnos, las 24 horas del día.

La gestión prudente de los desechos sólidos no sería posible sin la cooperación disciplinada de los japoneses. Antes de sacar su basura a la calle, observan religiosamente las normas, por ejemplo, cómo separar botellas y latas, materiales combustibles como papel de los no combustibles como vidrio y plásticos duros. El que quiera deshacerse de un refrigerador o un televisor viejo sólo tiene que llamar por teléfono al departamento de Saneamiento para que pasen a recogerlo. Un funcionario afirma que “los japoneses vivimos en espacios muy reducidos y por eso, tomamos muy en serio el reciclaje de la basura”.

Y en realidad, sí vale la pena reciclar. De 100,000 toneladas de basura típicamente japonesa se obtiene suficiente pulpa de madera para fabricar un rollo de papel higiénico que serviría para envolver diez veces al planeta Tierra.

CASO COLOMBIA
Recolección y transporte de basura en áreas de difícil acceso: Medellín, ColombiaEn la ciudad de Medellín, ubicada en un valle en medio de Los Andes, la población se ha asentado en las montañas, a ambos lados del río del mismo nombre. No obstante, a medida que la urbe se aleja del río el suelo es más inestable.

En estos terrenos inestables y de fuertes pendientes viven los inmigrantes, fundamentalmente campesinos desplazados por la violencia. Radican donde no hay caminos, ni electricidad, ni agua potable, ni sistema de tratamiento de aguas residuales.

Cabe recordar que durante los ochenta, cuando las mafias y las guerrillas ganaban poder en Colombia, el enfrentamiento entre el gobierno y estos grupos se dio con mayor ferocidad en las áreas rurales del país. Los campesinos se vieron forzados a migrar a las ciudades.

En Medellín se instalaron en las áreas periféricas, donde las laderas son empinadas y los terrenos inestables. En estas áreas construyeron viviendas pequeñas y frágiles, próximas entre sí y a los arroyos donde arrojaban desperdicios, sólidos y líquidos, situación que causó muchos problemas sanitarios.

En la actualidad, las casas, muy próximas entre sí, se edifican donde puedan beneficiarse del trazado y construcción de caminos accesibles para automóviles y los camiones recolectores de basura.

Sin embargo, a consecuencia de la considerable inmigración, los niveles de delincuencia eran muy altos, constituyendo un peligro para los camiones recolectores de basura en el momento de acceder a estos sitios. Además, no existía alumbrado público, los caminos eran pequeños túneles o escaleras y el terreno presentaba pendientes muy acusadas. Era peligroso entrar en estos barrios siendo un desconocido para la comunidad.

Los camiones de distribución de productos eran asaltados cada vez que intentaban entrar a algún barrio cercano. La gente no había recibido hasta entonces ningún tipo de indicación sanitaria, por tanto arrojaba basura y desperdicios en cualquier lugar, con preferencia por los ríos y arroyos.

En las áreas afectadas pululaban ratas, mosquitos y distintos vectores infecciosos, sin olvidar las enfermedades causadas por la contaminación de las aguas. Los fuertes olores eran insoportables.

Para conseguir retirar la basura sin peligro, la compañía de recolección de basura de la ciudad, Empresas Varias de Medellín, decidió ofrecer contratos de trabajo para los habitantes de estos barrios, a través de los distintos consejos comunitarios, a fin de que apoyasen la recogida manual de la basura en carretas para llevarla a centros de acopio temporal donde los camiones de la compañía pueden acceder sin peligro.

Conseguir entrar en estas áreas significó un intenso proceso de formación y participación pública, donde antropólogos, sociólogos, psicólogos e ingenieros sanitarios tuvieron que transmitir a los habitantes que manejar adecuadamente la basura repercutía en su propio beneficio. Pronto los pobladores se sensibilizaron de que la correcta gestión de la basura hacía el entorno más agradable y que también podían obtener algún beneficio económico de la recuperación y venta de materiales reciclados.

Al comenzar la iniciativa hubo que lidiar con una serie de problemas, pero la correcta gestión de los mismos ha proporcionado a esta comunidad la oportunidad de trabajar, recibir un salario, aprender a trabajar asociativamente y a ser emprendedores, al tiempo que protegen sus ríos y arroyos de la contaminación y de la emergencia sanitaria por la descomposición de desperdicios.


Producto del esfuerzo, Empresas Varias de Medellín ha conseguido que su servicio de recolección de basura atienda al 99.4% de la población que vive en Medellín (2 millones de habitantes en total), de la cual alrededor del 9% viven en áreas de difícil acceso. Las condiciones ambientales en las áreas de difícil acceso han mejorado gracias a la disminución del vertido de residuos en los ríos y suelos de la zona. Las comunidades colaboran en la recolección de basura y obtienen salarios justos por su trabajo.

La semana pasada un comentario me llamo la atención cuando pase al lado de una de mis vecinas, ella decia..bueno y para que separamos la basura si de todos modos toda la van a quemar...y la otra le contestaba..pues eso es cierto, o tengo idea.


Esta experiencia enseña que los procesos de participación ciudadana son muy importantes a la hora de poner en marcha un nuevo proyecto. Los proyectos tienen mayores posibilidades de éxito cuando se toma en cuenta a la gente, pues si se explica por qué y cómo se pone en marcha la iniciativa, se consigue implicar a la gente como parte del proyecto mismo. En consecuencia, en la medida que la gente se identifica con el proyecto, colaboran con él en vez de quejarse o boicotearlo.

y nosotros ¿cuando empezamos?